Cartas de Enrique Gil Gilbert: entre la literatura y la utopía
DESDE la primera carta de 1932 hasta la última (e inédita hasta ahora) de 1951, de esta selección, asoman las predilecciones fundamentales en la vida de Enrique Gil Gilbert: la literatura y la política.
Vamos conociendo que, en lo literario, luego de publicar en colaboración con Demetrio Aguilera y Joaquín Gallegos Los que se van (1930), Enrique Gil prepara su libro de relatos Yunga (1933), en la línea que considera su responsabilidad: una literatura crítica frente a la realidad política y económica del país, configurándose como otro representante de nuestro realismo social. Sin embargo, su obra toma otro vuelo y relieve a partir de 1939 con la novela Relatos de Emmanuel (que él considera «cosa enteramente diferente» a lo que ha escrito) y que, en cierta forma, culminará en 1942, con otra novela: Nuestro pan, de gran impacto a nivel internacional, pues logró el segundo premio del concurso latinoamericano convocado por la Editorial Farrar & Rinehart, de Nueva York, en 1940, a través de la que fuera la División de Cooperación Intelectual de la Unión Panamericana. El primer puesto correspondió a Ciro Alegría con su novela El mundo es ancho y ajeno.
Sin duda que lo político sobresale en estas cartas: con apenas veinte años, Enrique Gil ya se plantea un cambio radical en la educación de esos años (la «arteria nutritiva de una sociedad»), y así lo participa a Benjamín Carrión, entonces ministro de Educación del país, pues su experiencia en dos colegios: el Rocafuerte de Guayaquil, «plataforma de politiqueros», y el Maldonado de Riobamba, le ha descubierto el colonialismo educativo imperante y, para variar, unos profesores perdidos de su misión que no forman a la juventud sino que la corrompen. Y anhela que Carrión (que «está más con nosotros» por ser joven, «un creador», «un revolucionario») pueda contribuir a ese cambio fundamental proponiendo una educación nueva, con verdaderos colegios y universidades, que forjen al hombre nuevo necesario para la transformación del país.
Años más tarde, cuando se desempeña como embajador del país en Bogotá, Carrión propicia el acercamiento entre la juventud colombiana y ecuatoriana, por su lucha común por la justicia. Y es que la agitada vida política de esos años impulsaba sobre todo a los jóvenes a inmiscuirse en la contienda política. Enrique Gil estuvo casado con la artista plástica, activista de izquierda y feminista, Alba Calderón, cuyas inquietudes le llevaron a ser parte de un movimiento artístico e intelectual muy fuerte en la sociedad guayaquileña. Ambos estuvieron ligados al Partido Comunista, dentro del cual Enrique llegó a convertirse en uno de sus más destacados representantes, pues ahí encontraba su razón de ser, incluso para actuar contra el orden vigente (sufrió persecución y encarcelamiento por parte de algunos gobiernos).
En medio de este ambiente, no propicio quizás para el abundante «carteo» entre los intelectuales y escritores, Carrión se constituye para Enrique Gil en un remanso para el diálogo y la orientación.
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[Mecanografiada]
Riobamba, 10 de febrero de 1932
Sr. Dr. Dn.
Benjamín Carrión
Quito
Estimado amigo:
Sentí de verdad no verlo a su paso por ésta1. Lo deseaba vivamente. Tenía interés en hablar con usted. Hube de saber que usted se había quedado tres días en Riobamba, una hora después de haber salido a Quito.
Y, ¿cómo encuentra el ambiente quiteño? ¿Tuvo tiempo a darse cuenta del guayaquileño?
Sé que tal vez se quede en Ecuador2. Me lo dijo Gerardo Falconí3, pero me afirmó que usted no estaba seguro de ello4.
Joaquín Gallegos5 me dijo que habló con usted. Tal vez por él supo que preparo mi segundo libro6. A propósito, como usted me prometió darme detalles de cómo podría editarlo en no sé qué casa española, sírvase mandarme detalles.
Mi libro se titulará El vaho, y constará de unos quince o veinte cuentos, entre ellos uno casi-novela. Trata sobre la construcción del ferrocarril de Guayaquil a Quito7, tal como me lo contó un negro superviviente que trabaja en la hacienda de mis abuelos.
¿Leyó la novela8 de Gallegos? A mí me parece muy buena. Me gusta y creo que será una gran obra ecuatoriana. Sobre todo me gusta la orientación modernísima de él. Abandona el arte deshumanizado para encarrilarse dentro de una vía humana. Creo, que el arte no ha de deshumanizarse porque siempre hay algo nuevo dentro del realismo. Lo realmente nuevo, es precisamente, la manera de plantear y resolver los problemas.
Quedo esperando contestación, y deséole buena conservación;
Att.
Gil Gilbert
[1] Enrique Gil Gilbert (1912-1973) había ido a terminar su bachillerato en Riobamba, donde permaneció un tiempo y aprovechó para escribir algunos de sus cuentos. Luego irá a Guayaquil al ser nombrado profesor de Castellano y Literatura del Colegio Vicente Rocafuerte.
[2] Carrión era Cónsul-secretario del Ecuador en Lima desde febrero de 1931 y lo será hasta abril de 1932.
[3] Gerardo Falconí (1902-?), jurista y catedrático riobambeño. Siendo estudiante secundario, junto a Miguel Ángel León, Leonidas Araujo y Rafael Vallejo, fundó en 1919 la revista Acuarela.
[4] La difícil situación sociopolítica que vivía el país, a causa de la elección en octubre de 1931 de Neptalí Bonifaz (1870-1953) como presidente para el período 1932-36, y que no la aceptaban sus opositores, preocupaba mucho a Benjamín Carrión, de ahí que en abril de 1932 participará como candidato a Senador funcional por el Periodismo y las Academias y Sociedades Científicas, pero sin éxito.
[5] El escritor Joaquín Gallegos Lara (1909-1947), con Demetrio Aguilera y Gil Gilbert publicaron Los que se van (1930, cuentos). Su obra se inscribe en la corriente del realismo social de nuestra literatura. Autor de la novela Las cruces sobre el agua (1946), escrita en memoria del 15 de noviembre de 1922.
[6] Como lo afirma Gil Gilbert en esta carta, Vaho fue el nombre inicial de Yunga, libro de relatos que lo publicará en 1933, e incluye «El negro Santander», cuyo protagonista relata varias historias de su pasado como trabajador en el ferrocarril que unió Guayaquil y Quito.
[7] La construcción del ferrocarril ecuatoriano se inició con el presidente García Moreno. Eloy Alfaro se propuso terminarla, para lo cual firmó contrato en 1897 con Mr. Archer Harman, y solo en junio de 1908 el tren llegó a la estación de Chimbacalle. Para su construcción se trajeron –ante los peligros de su ejecución– a trabajadores jamaiquinos: un sobreviviente contó su testimonio a Gil Gilbert.
[8] Probablemente La bruja, novela inacabada de la cual Gallegos publicará en la revista América, n. 53 (Quito, junio-sept. 1933), el capítulo «En las huertas».
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[Mecanografiada]
Guayaquil, 6 de setiembre de 1932
Manuel Benjamín Carrión,
Quito
Manuel Benjamín:
Es usted ahora ministro de educación1. Mis felicitaciones por tener entre sus manos la arteria nutritiva de una sociedad.
Y en qué estado toma a su cargo nuestra educación2. Yo aún soy estudiante. Todavía siento el peso de aquestos inmediatos seis años de bachillerato. ¡Cómo se siente palpitar el ancestro feudal en ellos! ¡Y cómo se vive lejos de la vida actual! Hay a través de ellos un aislamiento profundo, amplio del ambiente vital que nos rodea.
Pensar que cuando las libertades legales de pensamiento llegan a caducar en los países democráticos, en nuestros colegios todavía es un delito, y de los más graves, el atreverse a delinear una personalidad, el intentar ser hombre, hombre redondo, lleno de vida y salud revolucionaria, de fe creadora en un porvenir.
Nuestros profesores3 hasta hoy no tomaron en serio su labor. No hicieron de ella un fin; fue un medio de vida; un acomodo, un sostén de su vida burguesa y traidora, porque han traicionado las leyes humanas, enseñándonos con su ejemplo la corrupción espiritual y la corrupción física. Y es más: Ellos no han tenido jamás el menor concepto de su misión apostólica.
Hombres sin fe en el porvenir, fracasados de la vida, hundidos hasta la frente en el odio y la mala intención, no saben que son los verdaderos arquitectos del porvenir social.
Y he aquí una de las causas de nuestra anarquía: en los colegios no nos enseñan; ni siquiera nos instruyen, nos anarquizan4, nos corrompen.
¿Qué saben los dictadores de clases del Espíritu Joven de la humanidad? ¿Qué saben de la creación de un mundo nuevo? ¿Qué saben de la sangre rebelde? ¿Qué de la Verdad Revolucionaria?
Nada saben. Solo conocen la ciencia venal de la hipocresía.
Nuestros colegios fueron hasta hoy plataforma de politiqueros5. Es la verdad más neta. Nuestros colegios son pocilgas donde se pudre la juventud. Son mazmorras para el pensamiento.
Y es menester que ese negro fondo no sea sino que haya sido. Nuestros colegios, nuestras universidades no necesitan reformarse; necesitan ser, porque nunca han sido. Y nuestras escuelas necesitan reformarse.
¡Si viera, Manuel Benjamín, nuestros colegios! En dos he estudiado: el “Rocafuerte” de Guayaquil y el “Maldonado” de Riobamba6. ¡Pobres jóvenes nosotros! ¡Pobre nuestra adolescencia pasada entre el fango politiquero!
Cómo necesitan crearse esos colegios. Cómo necesitan ser habiendo destruido todo su pasado. ¡Cómo necesitan romper con el presente, cortando a pico hoy, haciendo un abismo enorme entre este hoy de media noche y el futuro próximo de amanecer de julio! Creo que cortar el presente, matar el pasado es la única manera de hacer educación nueva.
Ud. es creador –y no es lisonja que le gasto–. Ud. es joven. Ud. es revolucionario. Ud. está más con nosotros. Ud. hará los colegios y las universidades.
Mis felicitaciones sinceras, porque la ley social le ordena crear la fábrica de hombres. Mis felicitaciones porque tiene que luchar contra el sueño pétreo de la juventud. Y también mi envidia, mi sana envidia de verlo creador de hombres, formador de porvenir, hacedor de sociedades. Y con ellas va mi abrazo de camarada leal.
Gil Gilbert
[1] Carrión fue ministro de esa cartera entre septiembre y octubre de 1932, en el gobierno interino de Alberto Guerrero Martínez, quien en diciembre de ese año entregará el poder a Juan Martínez Mera.
[2] El triunfo del liberalismo determinó por esos años una educación laica en el marco político de la separación Estado-Iglesia, e institucionalizó la educación pública incrementando la escolaridad mediante la construcción de escuelas y colegios laicos con bachillerato en Humanidades.
[3] La formación del magisterio laico dependió del desarrollo de los normales, que fueron impulsados por las misiones alemanas de 1914 y 1922. Estas contribuyeron a sentar las bases de la nueva pedagogía con enfoques herbartiano y neoherbartiano. Sin embargo, lo más importante fue la configuración de un saber inspirado en el ideario liberal que debía tomar forma a través de las materias humanísticas.
[4] Quizás Gil Gilbert recordaba la huelga estudiantil que realizaron los estudiantes en septiembre de 1930, frente a la expulsión de dos de sus compañeros del quinto curso del Colegio Rocafuerte, en demanda de la renuncia del rector de la institución, nada menos que el cirujano Abel Gilbert, su tío.
[5] Sobre la situación educativa en el Vicente Rocafuerte de esos años, véase la carta 2 de Humberto Mata en Correspondencia ecuatoriana 1, t. II, en la que anota: «el C.N.V.R. ha sido teatro, no de política, en el precioso sentido de esta palabra, sino de politiquería, o, lo que es lo mismo, de nuestra ‘política nacional’. // Se ha ‘usado’ del C.N.V.R. como instrumento al servicio de intereses ‘políticos’ (?) dominantes», p. 208.
[6] Pedro Jorge Vera cuenta, en «Gil Gilbert, el Mozart de nuestra literatura», que ante la prepotencia del rector del colegio Vicente Rocafuerte, y la falta de respeto que se habían ganado ciertos profesores «por ineptos», se dio «la rebelión total del alumnado» que se tomó el local del colegio «exigiendo la renuncia del rector [Abel Gilbert]. Para Enrique fue un momento dramático…» y para sustraerse de todo esto se marchó a Riobamba «a continuar sus estudios en el colegio Maldonado, donde se graduó». Sobre este mismo episodio, véase también del mismo Vera: Gracias a la vida. Memorias (Quito, Voluntad, 1993, p. 49).
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[Mecanografiada]
Guayaquil, abril 19 de 1938
A Benjamín Carrión,
En Bogotá1
No se sorprenda, querido Benjamín, que a los veintisiete años haya aprendido a escribir cartas a los buenos y queridos amigos. No se sorprenda y entablemos desde hoy un largo y empecinado diálogo. Lo conmino a contestarme.
Leí su primera obra –artículo2 acerca de Arciniegas3– hecha en Colombia y esperamos conocer ese pueblo hermano –paisaje, humanidad, voz– a través de su fina sensibilidad despierta a todas las inquietudes humanas. Y anhelo más. Que sea usted el vínculo con todos los hombres jóvenes de Colombia, de quienes apenas tengo referencias.
Y cuénteme largo de su vida actual. ¿Qué escribe? ¿Qué hace? Cuente, hombre, cuente, que usted sabe cómo me interesa su obra4.
Este paréntesis a su agitada vida política, que no todos lo tenemos –y cómo se aborrasca la cosa en este Ecuador nuestro5– ha de ser fructífero para la literatura de nosotros. Aquí, entre pelea y pelea escribimos sangrando esta dolorosa verdad humana. No hay como sustraerse a la lucha terrible, ni en la vida ni en la literatura (si acaso puede decirse así, a manera de dos cosas). Y, por lo que a mí respecta, no solo es imposible sino que tengo la deliberada voluntad de no evadirme. Aquello es algo de cobardía y de irresponsabilidad. Y ambas cosas me repugnan.
Espero que mi novela aparezca pronto. Para mayo está programada en Zig-Zag la segunda edición de Yunga6, con lo que me presento al público continental.
Y eso es todo. Hasta su carta, lo abrazo cordialmente.
Gil Gilbert
[1] En enero de ese año, el gobierno del general Alberto Enríquez Gallo designó a Carrión como Ministro Plenipotenciario del Ecuador en Bogotá, donde permanecerá hasta mayo de 1939.
[2] El artículo aludido es «Pueblo que no tuvo puertas. Leyendo América, tierra firme de Germán Arciniegas», en El Tiempo, Bogotá, 20 de febrero de 1938.
[3] Germán Arciniegas (1900-1999), escritor, periodista y diplomático colombiano. Publicó multitud de artículos y ensayos que luego recogió en libros como Este pueblo de América (1945); noveló episodios históricos en Los comuneros (1938) y Gonzalo Giménez de Quesada (1939).
[4] En 1937, Carrión había publicado el Índice de la poesía ecuatoriana contemporánea.
[5] El general Enríquez llevó adelante políticas nacionalistas, expidió el Código del Trabajo. Sin embargo, la división de las fuerzas de izquierda, la incapacidad de sus dirigentes, el exceso de retórica y el poco sentido práctico –según Alfredo Pareja– llevó a que el pueblo perdiera la fe en la renovación.
[6] Enrique Gil Gilbert, Yunga, 2ª ed., Santiago de Chile, Zig-zag, 1938 (Biblioteca Americana).
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[Mecanografiada]
Guayaquil, octubre 28 de 1938
Señor Doctor
Benjamín Carrión
Bogotá
Estimado Benjamín:
Acabo de leer su discurso de entrega del busto de Montalvo1 que el Ecuador obsequia a Colombia y veo allí su recuerdo de nosotros. Es lo que me mueve a escribirle agradeciéndole. Casi temo que esta no le llegue, pues, sé que posiblemente V. esté de vuelta al Ecuador a fines de octubre y el 282, si no me equivoco mucho, no es el principio de octubre.
Es interesante el tenor de su discurso, es decir, lo que yo considero sustancial en él: el empuje a que las juventudes libres que luchan por la justicia en Colombia y Ecuador se unan y se conozcan. Cuánto bien ha hecho al respecto la venida de Antonio García3. Si V. lo ve –él me decía que esto sucedía muy a menudo– reclámele, en mi nombre, carta. Le he contestado algunas de las que él me escribió y no recibo más respuesta. Perúrjalo y dígale que por aquí lo recordamos y extrañamos mucho. Cuéntele que el proyecto de editorial va avanzando y que ya vamos por el noveno número del periódico4. Desde el próximo número me hago cargo de la Dirección y Alejandro Carrión5 de la Jefatura de Redacción en Quito. Que estamos pendientes de sus palabras.
Si en su viaje al Ecuador le fuese factible pasarse por Guayaquil sería para nosotros una gran alegría. Con V. nos carteamos poco pero cada vez que nos vemos charlamos por todo lo que no charlamos el resto del tiempo. Y ya está haciendo falta esto. Quisiera saber qué cosas se prepara y contarle que tengo un libro que es una cosa enteramente distinta a todas las que he escrito6. Quisiera que V. vea un muy interesante movimiento que hay en el arte guayaquileño.
También quiero hablarle de un telegrama que le hice hace unos días pidiéndole un favor para una mi cuñada que está allá. Me dijo ella, telegráficamente, que pasaba por no sé qué dificultades y yo decidí molestarlo. Y quiero insistir en molestarlo pidiéndole que, en todo lo que esté a su alcance, haga lo posible por resolverle favorablemente la situación a la chica. Le quedaré sumamente reconocido.
Ahora espero sus noticias y veré si podemos entablar una larga conversación epistolar previa [a] la que tendremos vis a vis.
Lo abrazo cordialmente,
Gil Gilbert
[1] «Discurso del Ministro del Ecuador», publicado en diario El Liberal (Bogotá, 25 de octubre de 1938) y luego recopilado en el libro Montalvo en Colombia (Quito, Talleres Gráficos de Educación, 1939, pp. 9-15).
[2] Con el fin de volver a la legalidad, el general Enríquez convocó a una Asamblea constituyente el 10 de agosto, conformada de manera singular, por partes iguales, de representantes liberales, conservadores y socialistas, lo que dificultaba el entendimiento, pues los liberales, divididos, no se decidían por apoyar a los socialistas. Finalmente el 2 de diciembre se promulgaría la nueva Constitución, que duró apenas hasta el 2 febrero 1939 y terminó con un golpe de Estado que permitió el regreso del liberalismo al poder, pues se buscaba frenar la «amenaza izquierdista».
[3] Antonio García (1912-1982), economista y sociólogo colombiano. Autor de Colombia S.A. (1934); Esquema de la economía colombiana (1938), publicado por el Banco Central del Ecuador; Pasado y presente del indio (1939), prologado por Carrión. Por entonces desarrollaba actividades entre los pueblos indígenas del Cauca, utilizando el teatro experimental como método de autoconciencia.
[4] No disponemos de información sobre este periódico. (Tal vez la revista Juventud. El Grito de una Generación, de 1938)
[5] El poeta y periodista Alejandro Carrión (1915-1992), autor de Luz del nuevo paisaje (1937), Aquí, España nuestra (1938), Poesía de la soledad y el deseo (1945).
[6] Se refiere a Relatos de Emmanuel, Guayaquil, Editorial Noticia, 1939 (Club del Libro Ecuatoriano).
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[Mecanografiada]
[Guayaquil], junio 15 de 1951
Sr. Dr. Dn.
Benjamín Carrión
Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana
Querido Benjamín:
Espero que goce de envidiable salud. Le escribo por mis intereses viajeros1, que en esta ocasión cultivo con desacostumbrado esmero. Ya hasta le telegrafié, autorizado por Rojitas2, mediante las emisoras del Sol3. Aún no recibo contestación, pero la espero.
Mas, de una conversación con J. E. Adoum4, poeta y director de la Editorial de la CCE, han resultado cosas, y helas aquí.
Me informa que Ud., generosamente, ha decidido que Relatos de Emmanuel, vaya íntegro en su antología de relatistas ecuatorianos5; y Adoum aspira a hacer un sobretiro para hacer una segunda edición: opino, pues, que en realidad será tercera6.
Si esto fuese factible, y se realizara el anhelo de Adoum, que me favorece, yo solicitaría que mis derechos de autor me llegasen muy pronto a manos, pues, en vísperas de posible viaje ello me resultaría magnífico, desde luego, a través del contrato legal correspondiente.
Solamente le solicito que, en cualquier sentido, se moleste en contestarme pronto ya que, si me voy de viaje por barco, ello deberá ocurrir el 6 de julio.
Con mi amistad de siempre,
Gil Gilbert