Una escucha atenta que no desconoce ni pretende anular la existencia de los contextos y tramas culturales y sociales que constituyen toda manifestación artística, sino que trabaja a contrapelo de ellas, entendiéndolas como “grandes reductores” que, siendo constitutivos de toda aparición singular, no logran sin embargo explicar ni dar cuenta de la rareza de esas manifestaciones que hacen un llamado imposible de decodificar desde un territorio remoto, extraño pero íntimo.